María Monte Carmelo: Conocíamos a Ismael. Ismael en el ‘78 se metió allá con Isabelita, esa señora que está ahí que dice “¡No más abuso!” ¿Ves esta señora que está aquí? Esta policía militar, esta policía militar tiene una rodilla encima de esta señora, esta señora se llama Isabel Rosado, es familia de Carmelo. Es esta señora, vive en Ceiba. Y me dijeron que está un poquito delicadita de salud. Entonces, esto fue en el 1978, junto con Rodríguez Cristóbal, que murió por culpa de que Zenón, el cuñado mío, se llama Félix Medina, le llaman Felo, Felito, fue a rescatar, a bregar con los pescadores por la lucha que tenían de las tierras allá adentro, en el otro lado, que no los dejaban pescar en unas áreas... Pero, esta señora en el ‘78 conocimos… Estaba Guadalupe, estaba Nilda, (Ininteligible). Nilda y Rabin hacía unos 5 años que estaban luchando en aquellos entonces con la defensa de las tierras.
Entrevistadora: ¿Ellos cómo se organizaban?
María Monte Carmelo: Sí, ellos se organizaban, este, ellos empezaron cuando ellos vinieron y vieron la lucha que había entre la Marina, el abuso de la gente… Y entonces nosotros, cuando tuvimos los primeros problemas aquí, organizamos un grupo que se llamaba el Gran Consejo Viequense. Todo pasó después del intento al desahucio, todos estos grupos surgieron. No de Zenón y los pescadores, porque Zenón y los pescadores... Nosotros estábamos rescatando tierras en el ‘65, y ellos, pues, desde aquellos entonces viene la lucha con los pescadores y las tierras. Pero todo lo de ellos era por el mar, y cuando nosotros los invitábamos a que nos ayudaran con lo de las tierras, ellos nos decían “No, no. Ustedes breguen por tierra, que nosotros bregamos por mar”. Carmelo decía “Pero mira, ¡es lo mismo! Es para la isla. Tú me ayudas a mí hoy y mañana yo te ayudo a ti”. Entonces, se dieron cuenta más tarde, que era en la unión que está la fuerza, en la unión. Y entonces, pues, en el ‘86 empezamos a tener los problemas de corte. Nos citaron para corte, nos citaron para un sitio y cogimos para otro, la cuestión es que, el 14 de abril del ‘89 nos cayeron aquí los militares con una orden del juez Laffitte, el juez federal, con un desahucio. Entonces pues, entraron por ahí... Antes de eso Carmelo decía “¿Cómo yo pelearé con el ejército más grande de EE.UU.? ¿Qué yo haré?”, y dijo “Mira, yo tengo una columna ahí, me voy a amarrar con una cadena ahí”. Y después dijo “No, no. Eso es ridículo, porque me van a cortar la cadena y ya. Van a coger una pinza y me cortan la cadena. No. ¿Qué yo haré, qué yo haré?”, y dijo “¡Ajá! ¡Noticias! A ellos no le va a gustar las noticias. Yo voy a traer a alguien”. Había un muchacho aquí que se llamaba Carlos Laster, que cogía vídeo de los sitios y hacía postcards para venderle. Entonces él dijo “Yo voy a hablar con Carlos Laster, a ver si que ellos vengan…” porque dijeron que venían a desahuciarnos, que venían el 27 de marzo. Lo que pasa es que aquí había gente, que pasaron por ahí con un Jeepito y lo dejaron, no vinieron. Entonces la gente, empezaron a dormir aquí y a quedarse, y ellos parece que cogieron el momento… Eh, ya en abril, 14 de marzo hasta abril y dijeron “Nah, no van a venir nada”. Y cerré, que cuando vieron que la casa estaba vacía entonces llegaron. Que era cuando estaba mi nene en una cunita ahí, yo tengo una cunita aquí, y Carmelo dijo “¿Qué yo haré, qué yo haré? ¡Noticias, María! Salgo en la noticias y yo hablo con… Y se riega en el radio, en WKAQ, allá en Culebra”, con este muchacho de Culebra que estaba… Jesse Colón. Dijo “Yo se lo mando a decir a Jesse, lo llamo por teléfono, y la notica ‘La Defensa sacando las personas de su casa’, eso no le va caer bien a la Defensa, ¡olvídate! ¡Y a un militar, a un veterano de la guerra de ellos de Corea! Olvídate, que no les va a gustar”. La cuestión es que así lo hicimos, cuando vino el día 14 de abril ellos llegan y “¿Usted es la señora Velázquez?” Yo miré y dije “Carmelo, llegaron lo federales, son federales, dice Marshals”. Y así, así Carmelo estaba sentado en la sala, e hizo, salió por ahí a acá, allá le dijo a uno de los nenes míos que fuera a buscar al muchacho con la cámara. Y él subió por allá con un americano, porque ya habían bloqueado la calle, bloquearon la calle, vinieron con una bulldozer, hicieron un roto, me cortaron el tubo del agua, ¿para qué? Por eso es que a ellos yo los culpo del fuego, porque ellos cortaron el tubo. Si hay agua, tú le echas al fuego agua con una manga, pero no había agua, no me subía agua porque ellos lo cortaron. Entonces ¿qué pasa? Que, a todo esto, todo el día vinieron a enseñar una orden “¿Usted es María Velázquez?” y yo “Sí, señor, ¿qué desean?” Me asomé aquí, me dice “No, que tengo una orden de un desahucio”. Yo dije “¿Desahucio? ¿Qué eso? ¿Qué quiere decir esa palabra?” “Bueno, un eviction”, y yo dije “¿Eviction? ¡Me dejas peor todavía!” Yo sabía lo que era, pero yo le dije “¿Qué es eso?” Entonces, como dejaba el sartén, dice “Mire, que fírmeme aquí que nosotros vinimos”, y yo “No, yo no le puedo firmar eso, porque primero que necesito leerlo. Eso es muy largo para yo leerlo, no tengo los lentes, y se me queman las arepitas” Y me fui para allá y ellos entraron “Mire, que vinimos a sacar todas sus cosas”, y yo dije “¿Dónde me las van a poner?” “No, porque a ustedes se les anunció que buscarán un sitio donde poner sus cosas”, “Pero es que esta es mi casa. ¿Dónde yo voy a poner mis cosas? ¿Afuera? ¿En la calle? No, no, no, no”. Y empezamos, pero ¿qué pasa? Que ya para ese tiempo el vídeo está corriendo el vídeo. Vino el señor rapidito, porque ya le habíamos avisado “Cuando te avisamos, ¡vas!” Y vino y no lo dejaban pasar. Y el americano, andaba con un americano y le dijo “¿A qué usted va para allá arriba?” “Bueno, yo voy a comprar miel”. Porque Carmelo tiene unas abejas y nosotros sacamos miel. Entonces, pues, con la d’esto que iba a comprar miel y a virar para atrás enseguida, pues trajo al camarógrafo. Y él viró, pero el camarógrafo se quedó, y las demás personas empezaron a subir. En la escuela, Rabin, todo, se regó porque ya lo habíamos regado, porque ellos venían a hacer esto. Y muchas personas de la isla grande… Era un un Viernes Santo, era un jueves, pero que en esa semana era Semana Santa y había muchas personas de la isla grande en las playas. En Viernes Santo, en Easter Day, pues muchos van a recordar a Jesucristo en las iglesias, pero muchos, pues se van para las playas. Estaban en las playas, recogieron sus casetas, y así fue que apareció mucha gente de la isla grande aquí. Y entonces empezaron a poner sus casetas aquí “¡Pero qué abuso!”, decían. Bueno, y se formó el revolú, pero mientras tanto, la cámara está retratando. Empiezan los marinos, suben por aquí. La escalera no era así y así, la escalera era derecha, y en el vídeo tú la ves que está derecha. Y empezaron a tirarme mis cosas para abajo, empezaron a sacar todo de aquí, llegó Nilda, llegó la gente. Nilda lloró ese día, viendo el abuso. “Pero qué abuso”, decía ella.
Entrevistador: ¿Nilda, del Comité?
María Monte Carmelo: Nilda Medina y Rabin. Rabin le dijo que eso era bien abusivo, que eso daba bochorno. La mamá de Carmelo llegó, no la dejaban pasar allá abajo. Llegó Connely, Pablo Connely. Y entonces, pues, al ver todo esto que estaba pasando, pues, yo me incomodé, porque... ¡Y menos mal! Por el video fue que el FBI después en una investigación no me culpó a mí del fuego. Porque yo dije “Mira a esta gente, ¡no saben ni hacer un desahucio! Tirándome esos libros, yo peleo con mis hijos para que se laven las manos y ellos, tirándome todo ahí en ese truck como quiera, mis libros”. Y ahí fue que se me quemaron todos mis álbumes. Los álbum que uno tiene de los nenes cuando nació, cuando al añito, cuando el primer cumpleaños, todo eso se me quemó, todo, en el ’89. Entonces ellos cogieron todos mis libros y los tiraban, y yo “No saben ni hacer un desahucio. ¡Para hacer un desahucio hay que traer cajas! Y míralos a ellos tirando… ¡Mira, si por mí fuera, yo tiro todo esto para afuera y le pego fuego!” Y como dije fuego… No hubo fuego, pero ¡nada! Después más tarde, buscando yo en las noticias, vieron que yo no estaba aquí cuando el fuego, yo estaba allá abajo llamando por teléfono. Y vieron al sospechoso, que era que salió “¡Fuego, fuego!” detrás. Pero antes del fuego, cuando me están tirando mis cosas, yo dije “Mira, Carmelo, esta gente ya es bastante abusivo. Ya se llevaron todo lo de aquí y ahora me están cogiendo unas cositas que yo estoy poniendo aquí afuera para cuando nos bañemos. La ropa me la están cogiendo ¡y me la están tirando en el truck también!” Entonces dijo “Ah, bueno, pues viene, viene, viene, ¡se acabó! ¡Plan B!” dijo Carmelo. El Plan B yo no lo sabía. El Plan A era el vídeo para las noticias, pero el Plan B, ese yo no lo sabía. Cuando él dijo “Bueno, viene, el Plan B, ¡Plan B!” Y cuando dijo el Plan B, el nene mío Obed y Andresito (que se me fue, está malito), Andrés van allá al abejal, buscan las abejas, las ponen aquí, dos cajones… Y el que brega con abejas sabe que a las abejas tú no puedes moverlas así. Sí se mueven de un sitio a otro, pero hay un proceso. Eso no es así. Y entonces vinieron, pusieron los dos cajones aquí. Cuando los marinos vienen bajando, se les pegaron de la ropa, a uno se le metieron por entre medio de los pantalones, que tenían pantalones cortos, porque ellos no estaban vestidos de militar. Se le metieron por dentro de los pantalones, se le metieron en los jackets a los federales afuera. Empezaron las abejas buscando, y Carmelo “¡Quieto todo el mundo!” Yo me quedé quietecita, a mí no me picó ninguna, yo me quedé así. Tú te quedas quietecita, viene un panal de abeja, no te muevas. Pero un zancudo, el que te hace mrnn-mrnn en la oreja te molesta, y una abeja empieza a hacer un alboroto, y tú empiezas… ¡Diache, no le hagas eso! Quédate quietecita, ella te da su vuelta, está buscando algo, no lo encontró y se fue. Pero si la manoteas, con las antenitas le manda un mensaje a las demás “Mira, aquí está el que molesto la abeja”, y ahí vienen. Y ellos empezaron a darse manotazos. ¡Chacho! Corrieron por ahí para abajo, que hasta canciones. ¡Hasta canciones!
Entrevistador: ¿Como cuales, como cuáles? Cántanos alguna.
María Monte Carmelo: Bueno, tenemos una que dice
♫“Mamita, ahí está la Marina. Esa Marina ladrona.
Mamita, si tú la vieras con sus camiones y con sus pistolas.
Con su línea imaginaria…”♫
¡Porque le preguntamos! ¿Dónde está la línea, dónde? “Hay una línea imaginaria”, y Carmelo se la imaginó llegando a Santa Cruz, yo me la imaginé llegando allá, a lo último.
♫”Con su línea imaginaria y sus trucos legalistas,
Laffitte y la Marina, se creen que tienen la cosa lista.
La Marina patinaba y patinó el federal,
cuando en casa de María y Carmelo se subieron a desahuciar.
La Marina no sabía, ni sabía el federal
que en casa de María y Carmelo existía un abejal.
Y un gringo llamado Johnson, ya tenía el cuero hinchado,
y desde abajo gritaba ‘¡Aborten y pal carajo!’”♫
Y por ahí para allá siguen. ¡Tenemos tres canciones de esas! Que, en aquel momento, pues… Y bajaron así con el espuelón parado.
Entrevistador: ¿Cuál otra… Si pudieras cantar alguna otra?
María Monte Carmelo: Dice una
♫“Una tarde en Villa Borinquen”♫
Porque esto era Villa Borinquen, y con Carmelo, con estas personas que llegaron a casa, déjame decirte, que empezaron a decir “¿Dónde es eso que están pasando, esto? Esto que estamos... ¿Dónde es esto?” Y las personas allá abajo en la carretera dicen “Mira, ¿tú ves aquella montaña? Allí vive Carmelo. Carmelo vive en aquel monte, en aquel monte vive Carmelo”. Y “Carmelo vive en aquel monte”, se quedó Monte Carmelo. Ganó su nombre, el día 14 de abril del ‘89 es que nombraron esto Monte Carmelo, las personas buscando la dirección. “¿Dónde es eso?” “Mira, allá arriba. ¿Tú ves aquel monte? Allí vive Carmelo. Carmelo vive en aquel monte”. Y tanto monte y Carmelo, y Carmelo y monte, ¡ahí quedó! Quedó Monte Carmelo. Pero fue el 14 de abril del ‘89 que esto ganó su nombre de Monte Carmelo. Por eso que dice:
♫“Una tarde en Villa Borinquen
a Carmelo vinieron a sacarlo
con una orden de un juez federal
y sus ‘troces’ salieron quemados.
Y se quemó, se quemó, se quemó, se quemó,
¡se quemó el truck de los marineros!
Y se quemó, se quemó, se quemó, se quemó,
¡se quemó el truck de los marineros!
Una línea quisieron tirar dividiendo lo nuestro de lo de ellos
pero en Vieques hay ley nacional,
que hasta el fuego defiende este pueblo.
Y se quemó, se quemó, se quemó, se quemó,
¡se quemó el truck de los marineros!
Y se quemó, se quemó, se quemó, se quemó,
¡se quemó el truck de los marineros!”♫