PREGUNTA: Bueno, doña Carmen, ¿qué está preparando por ahí?
CARMEN VALENCIA: Verdad, voy a hacer arroz blanco, voy a hacer habichuelas coloradas guisadas, una ensaladita por ahí y empanadas…
PREGUNTA: Ah, qué chévere. Doña Carmen, cuénteme de la presencia de la Marina…
CARMEN VALENCIA: Pues, nada. La Marina lo primero que hizo con nosotros es convertirnos en huérfanos. -¿Por qué? Porque al terminarse la agricultura en Vieques, la mayoría de los hombres tuvo que irse. Unos se fueron a Santa Cruz, a las Islas Vírgenes, otros fueron a Estados Unidos. Algunos se fueron a la isla grande, pero en aquellos tiempos no había tanto tiempo para estar yendo y viniendo como ahora, ni las facilidades. Porque los horarios de antes no eran como ahora. Lo que había eran barcos de vela y salían de madrugada y volvían de noche, así que no podías decir voy y vengo todos los días. Y eso rompió muchas familias… y la de casa no fue la excepción. Mi papá se tuvo que ir a buscar trabajo, así que nos convertimos en huérfanos, teniendo mamá y papá vivos. Y sufrimos de todo lo que se sufre aquí con la Marina, que querían tratar de meterse a las casas, buscando mujeres, porque aquí se desató una ola de prostitución que… llevaban a las mujeres allá a la orilla de la base o que llegaba adonde estaba ellas, y cuando no aparecían las mujeres ellos trataban de encontrar mujeres a la fuerza y trataban de meterse a las casas. Y todo eso lo sufrimos nosotros.
PREGUNTA: Si desea puede continuar cocinando y yo le voy preguntando cositas… ¿Quiénes llevaban las mujeres a encontrarse con los marinos?
CARMEN VALENCIA: Muchachos, que por ganarse los respetos y sin pensar en lo que estaban haciendo, se dedicaron a ser revolcadores, que era que le llamaban. Y los llevaban… O llevaban a los marinos adonde estaban las mujeres, y si no, pues llevaban las mujeres adonde estaban los marinos.
PREGUNTA: Veo… en términos de… cuénteme anécdotas de cuando los marinos iban a buscar mujeres, que era cuando su mamá… cómo su mamá protegía… ¿cuántas eran ustedes?
CARMEN VALENCIA: Bueno, en mi casa estaba mi mamá, estaba una hermana que yo tengo, que tendría como unos 15 o 16 años o menos, y estaba un hermano, que sería ya la edad que tendría, pues, un año o más menos que ella, otro más que le seguía a ese, y yo que era la más chiquita. Yo tenía como unos cinco años de, tú sabes, cuando te puedo decir que me acuerdo.
PREGUNTA: Veo… ¿Y cuál fue, cuál era la situación que ocurría de los marinos buscando mujeres?
CARMEN VALENCIA: Pues, nada, como ya la gente sabía que ellos aparecían de noche, pues ya a las 5 de la tarde la gente estaba cerrando sus puertas, sus ventanas. Cuando la gente tenía animales, los guardaban temprano, toda la gente temprano, porque ya antes de que oscureciera había que cerrar las puertas y las ventanas. Era una época en que no había luz, así que no había abanicos. Yo no me explico cómo era que nosotros nos encerrábamos en aquella casa, una casa de cemento, y nos encerrábamos porque si no, pues, había miedo.
PREGUNTA: ¿Había miedo por qué?
CARMEN VALENCIA: Bueno, yo pensaba que era que si se metían a la casa nos iban a matar. No sabía qué era lo que estaban buscando. Después, ahora, sé que estaban buscando mujeres. Pero en aquella época yo decía, tantos preparativos que mi mamá hacía. Mi mamá preparaba botellas con agua, por si agarraba a uno, darle un botellazo, medias llenas de piedras, preparaba un machete que lo amolaba. Ella lo raspaba en el piso, ellos lo oían y ellos corrían. Pero no nos decían a qué era que venían, o si nos decían, pues, no entendíamos. Y entonces, pues, ese era el miedo, tú sabes, que si venían y se metían a la casa, pues, yo pensaba, a mí nadie me dijo, pero yo pensaba para mis adentros: si entran aquí nos van a matar.
Y eso fue, tú sabes, hizo cansar a uno… que yo digo: en Vieques no hay más locos porque Dios es grande, porque el miedo era mucho. Y no había a quién decirle, pasa esto, pasa lo otro, porque la policía no (no se entiende) aquella época. No sé si era por miedo o que… pues la cosa que había aquí con los marinos antes es que les tenían como una adoración, una idolatría, que eran como reyes, pero se pasó duro. Que ahora podamos vivir sin eso, pues, mira, es un milagro que creo que nos merecíamos.
(Conversación entre miembros de la familia sobre temas del hogar).
Como dicen, en Vieques no nos pudieron llevar la alegría, fíjate, gracias a Dios. Vieques siempre fue un pueblo alegre.
PREGUNTA: Y le iba a preguntar, doña Carmen, ¿usted pensó que le iba a tocar ver la Marina irse de Vieques?
CARMEN VALENCIA: Fíjate, quizás no lo pensé, pero tenía fe en Dios en que se diera. Que haya que trabajarlo, que haya que hacer de la noche a la mañana, pero se iba a hacer. Porque yo creo en los milagros (no se escucha). Así que mira, se nos dio el milagro. Mucha gente decía que eso no se iba a lograr, porque tú no le podías pedir a la Marina más poderosa del mundo, tú no le podías pedir lo que le estábamos pidiendo, que se fuera de Vieques. Y yo decía: “bueno, nosotros lo estamos pidiendo porque creo que estamos pidiendo con razón”. Y fíjate, yo creo que sí, que se nos dio el milagro.
PREGUNTA: Cuénteme un poquito de su trabajo con la Alianza, cómo comienza, un poco, su relación con la Alianza, el grupo de las mujeres… Cuénteme un poquito de antes de la Alianza, las mujeres y la lucha, cuénteme un poquito de eso.
CARMEN VALENCIA: Bueno, aquí siempre había habido mujeres envueltas en la lucha, pero haciendo, pues, apoyo a los hombres, tú sabes, no directamente grupos de mujeres, mujeres haciendo… había una que otra mujer así, como (no se entiende) Tirado, tú sabes, y otras más que oían mencionar. (no se entiende), que tú la oías hablando, pero decir que se agruparan formalmente, que fueran reconocidas, pues, mira, no, hasta que la Alianza se fundó. Aquí se fueron a dar unas vistas, para que el pueblo se expresara. Eso fue cuando estaba el gobernador Rosselló. Entonces, pues, todo el que quisiera hablar y aportar algo, pues lo podía hacer. Entonces fue Judith Conde y Gladys Rivera. Gladys Rivera es una trabajadora social de la escuela. Se pusieron a conversar un día de que qué bueno sería si se pudieran unir a las mujeres, y las mujeres pudieran expresar su sentir, porque a la hora de la verdad, cada vez que pasa algo en una casa, ¿quién es que saca la cara por los hijos y por la casa? Pues, las mujeres. Pues, ¿por qué no podríamos aportar también?
El gobernador pidió, pues, que todo aquel que quisiera aportar podía hacerlo. Pues, entonces nosotros nos reunimos un día, se tiraron una hojitas sueltas, se hicieron llamadas a toda mujer que quisiera aportar y aparecieron como 30 mujeres al fortín. Pero, ¿qué pasa?, que además de hablar de la salida de la Marina y todo esto, pues las mujeres empezaron a hablar de todas las demás preocupaciones que ellas tenían. Y que si la falta de trabajo, la falta de vivienda, falta de orientación en muchos aspectos de la vida, ¿verdad? Y por eso es que nosotros ahora traemos talleres, traemos unas profesionales de la isla grande, y hasta de Estados Unidos a hacer orientaciones por las que por una razón u otra, pues, ahora estudiaron y salen de Vieques, las nenas que están subiendo, porque esa fue la preocupación que nos trajeron las mujeres, que sí estaban dispuestas a trabajar para sacar a la Marina de Vieques, pero que también tenían otras preocupaciones. Y nosotros, pues, estamos bregando con eso.
PREGUNTA: Entiendo que usted fue portavoz del grupo de las mujeres en esas primeras vistas…
CARMEN VALENCIA: A mí me tocó, junto con dos mujeres más, preparar la ponencia. Entonces, a base de preguntas que nosotras mismas nos hacíamos las unas a las otras, preparamos esa primera ponencia.
PREGUNTA: ¿Qué preguntas se hicieron en aquella época?
CARMEN VALENCIA: Pues, qué, qué… ¿de qué padecíamos nosotros? ¿cuál era… qué era lo que nosotros pensábamos? Entonces, fue curioso, que lo que yo estoy hablando de que mi mamá raspaba el machete en el piso y los gringos corrían, pues, cuando estábamos haciendo la ponencia, una de las que estábamos haciendo la ponencia, me dice: “Ay, pero no pongamos esto en la ponencia porque ya eso fue… ahora vamos a hablar de otras cosas, vamos a hablar de lo de ahora” y qué sé yo. Yo digo: “Okey, está bien”. Yo no voy a discutir con nadie. Pero, doy mi ponencia, cuando termino de dar la ponencia, Norma Burgos, que estaba dirigiendo esas vistas me dice que quería saber estas cosas que le afectaban a uno, pero que cómo era que yo le podía expresar a ella de que afectaban los bombardeos de Vieques. Y yo le dije: “Mira, en Vieques no solamente los bombardeos nos afectaban. Era la actitud de unos hombres que venían a Vieques y lo que parecían eran animales. Eran una gente que parecía que nunca habían estado en la escuela. Porque a lo que venían era a abusar, a desordenar”.
Y déjame decirte, fíjate, que esto es nuevo. Hace como tres años, a nosotras nos citaron a Myriam Solá y a mí, que fuéramos con la pastora Lucy a atender a un grupo de gente que vino de Estados Unidos. Venían de la iglesia menonita y de la iglesia metodista de Washington y de Filadelfia. Vamos nosotras, nos ponemos a contar, más o menos lo que estamos contando ahora. Entre ellos había un pastor… de la raza negra. Y aquel empezó a llorar. Cuando nosotras terminamos de hablar, se levantó y dijo: “Miren, yo estoy llorando, porque aunque ustedes no lo crean, yo soy el pastor fulano de tal…” Y tengo una carta por ahí que me mandó hace unas semanas… “Yo fui uno de aquellos marinos que vino a Vieques a hacer esas cosas que ustedes dos están contando aquí”. Y yo le dije: “Ah, pues, tú dices que tú eres uno, pero mira, mándame ese testimonio por escrito, porque esto lo tiene que conocer el mundo. Porque hay gente que dice que eso no pasó en Vieques. Y ya que tú lo puedes decir, tú siendo quien eres hoy en día, que dices ‘si mi mamá y mis hermanas supieran lo que yo hice en Vieques, se avergonzarían de mí’. Entonces, hace como un mes nosotras estuvimos en Washington y ahí vino también un muchacho que estuvo en el grupo ese. Y cuando me dice: “¿Usted no se acuerda cuando fuimos a la iglesia, que aquel hombre dijo que iba a mandar el testimonio?”. Le digo: “Ah, tú eres el que tenía la asignación de decirle a ese señor que escribiera eso y me lo mandara y lo hiciste. Así que ocúpate ahora de hacerlo”… Pues, mira, tengo la carta ahí, hace como una semana me llegó, ese testimonio de ese hombre. Él vino a Vieques y él vino a desordenar, a hacer esas cosas que nosotras estábamos contando, cosas que pasaron cuando yo tendría como algunos cinco años. Y él las tenía tan vivas, que mira, se puso a llorar. Porque él sí las hizo. El que diga, mira, tengo el testimonio escrito ahí. Fue un individuo que hoy en día es una persona cristiana, muy pastor él ahora, pero las hizo y las dice. Así que…
PREGUNTA: ¿Y usted entiende que se guardó silencio por mucho tiempo?
CARMEN VALENCIA: No, aquí la gente nunca estuvo callada. Aquí siempre había algo, no es que explotó… sí, explotó en grande, porque ahora todo el mundo asumió… y también es los medios, los medios de comunicación no llegaban a Vieques de la manera que llegan ahora. Aquí hubo un momento que estaban unas cadenas de televisión de todo el mundo, tú sabes. Si no hubiese sido por eso, no hubiese pasado lo que pasó aquí. Porque entonces uno estaba pendiente de lo que pasara aquí. Entonces, habíamos gente que podíamos hablar. Porque acuérdate que cuando la Marina llegó a Vieques, en los años 40, muy poca de la gente de Vieques iba a estudiar. Si llegaban a cuarto año era milagro. Pero, de segundo, tercero, cuarto grado, la gente dejaba la escuela, había necesidad, se iban a (no se entiende) a trabajar. Y, pues, no había manera de que la gente se atrevieran también a expresarse, pero hoy en día, no. Hoy en día podemos hablar y podemos ir a donde sea que haya que ir a reclamar nuestros derechos. Y, pues, eso es lo que estamos haciendo.
PREGUNTA: Veo. Quería volver un momentito a la cuestión de la, de la… de la ponencia. ¿Qué ustedes decidieron compartir de la situación de Vieques en aquella ocasión?
CARMEN VALENCIA: De todo lo que pasaba aquí, las necesidades que se pasaban en Vieques, que era más lo que no teníamos que lo que teníamos, tú sabes, que aquí todo se estancó. Porque no nos dejaban crecer ni siquiera como pueblo. Si tú vas a Fajardo, que es el pueblo más cerquita que tenemos, que es donde la lancha nos lleva cuando vamos a la isla grande, hay urbanizaciones que tienen tres, cuatro, cinco secciones. ¿Y en Vieques qué hay? Hay una sola urbanización, lo que se dice urbanización, que tiene una calle con casas a lado y lado y se acabó. Lo demás, pues, son barrios o parcelas, pero urbanizaciones en sí, mira, no nos han dejado crecer.
Entonces, a los estudiantes de nosotros, los hijos, los perdemos a los 18 años, si es que quieren irse a estudiar, porque si no quieren ir a estudiar porque no les gusta la isla grande, se quedan aquí. Y eso, mira, anula a la gente. Porque hay a quien no le gusta vivir en la isla grande. Porque nosotros, aunque seamos puertorriqueños y nos guste estar con los demás y qué sé yo qué, mira, tenemos unas diferencias por la forma en que hemos vivido. Y a los hijos de nosotros, a la mayoría, nos les gusta estar en la isla grande. Y esa separación tan grande, mira, es dura. Y a veces empiezan los estudios, los dejan a la mitad, o simplemente no van. Y ese es un problema bien grande. Además de la falta de trabajo y todo lo que siempre ha habido aquí, ese destetarse, mira… porque el destete de aquí no es como el de kindergarden que dicen que es el destete de los nenes… no, el destete grande de Vieques es eso: a los 18 años, llega a cuarto año… mire, no quiere hacer destete porque el destete de aquí es demasiado muy grande.
Tú sabes, que todavía a estas alturas, si no se trae a Vieques una universidad completa para que los estudiantes puedan escoger, tú sabes, y no irse a la isla grande, sino tranquilos poder hacer sus estudios superiores, miren, todavía nos falta mucho. Y pues, seguiremos batallando porque estamos aquí, y mientras no tengamos todo, pues, hay que seguir viviendo y exigiendo lo que nos toca por derecho.
PREGUNTA: Cuando usted se fue a estudiar a isla grande, ¿cuál fue, usted sabe, el reto más fuerte?
CARMEN VALENCIA: Cuando yo estudié… cuando yo me fui a estudiar a isla grande, ya yo estaba divorciada y tenía tres nenes. Mi mamá me los cuidaba. Entonces, eso fue lo más grande, porque yo nunca había estado sin mis hijos, pero tuve que hacerlo, porque cuando yo vine de Estados Unidos, divorciada y con mis nenes chiquitos, yo dije: “Mis hijos tienen que comer”. Y fui a servicios sociales para que me ayudaran. Entonces, yo dije: “Ellos tienen que comer, tienen que calzar, tienen que vestir”, y como en Vieques no había… había fábricas, pero si tenías un familiar trabajando ahí, no te daban trabajo a ti. Entonces, yo dije pues, lo único que me quedaba era estudiar, cosa que llegue un momento que yo me salga de las filas de servicios sociales. Y eso fue lo que yo hice, se lo conté a la persona de servicios sociales, que era con quien yo hablaba cuando yo iba a la oficina.
Y había surgido un programa de servicios sociales con el Departamento de Trabajo de Fajardo, donde la única condición que tenían era que tuviera yo quién me cuidara a mis hijos, para que entonces yo pudiera ir a isla grande a… a estudiar. Bueno, mi mamá era una persona que le gustaba mucho eso de los estudios, a ella le gustaba mucho leer y qué sé yo, pues, imagínate, ella no me dijo que no, enseguida me dijo “vete”.
Pues yo me fui a Humacao. Primero me fui a Fajardo para terminar mi cuarto año. Entonces, después que cogí mi diploma de cuarto año, pues me ofrecieron si quería coger el de universidad también, y dije: “Bueno, si lo pierdo, los que pierden los chavos son ustedes”. Cogí el examen, lo pasé, gracias a Dios, y me fui a estudiar a Humacao.
Entonces, empezando ahí, la primera semana que yo estuve en Humacao, el miércoles de esa semana, me hicieron una falta mis muchachos, yo arranqué para Vieques. (no se entiende) aunque la familia de mi mamá era de Humacao, pero mire… vine y vi a mis muchachos y me fui otra vez. Así estuve, después conocí a mi esposo, nos casamos. Después yo estaba trabajando en la (no se entiende) de Humacao, estudiaba de noche, trabajaba de día, estudiaba los sábados también, el sábado por la tarde yo cogía un avioncito que había de una línea de Culebra y venía a ver a mis hijos todas las semanas. Hasta que después hubo un traslado de mi esposo a Vieques y nos mudamos a Vieques de nuevo. Y pues, aquí estuvimos en Vieques hasta que la oficina de él la cerraron y volvimos y nos fuimos, pero volvimos otra vez de nuevo a Vieques, porque somos de aquí. Y nada, aquí hemos estado, batallando.
PREGUNTA: Veo… Cuando usted se fue la primera vez de Vieques, ¿fue a Estados Unidos? -Sí. ¿Cómo fue ese proceso, acostumbrarse allá afuera y…?
CARMEN VALENCIA: Fíjate, yo soy una persona que se acostumbra donde quiera. Mientras yo tenga mis cosas y esté con mi gente, pues, yo no soy majadera en ese sentido. Sí, me hacían falta mis hijos después porque mis hijos eran chiquitos, pero yo trato de amoldarme a lo que yo tenga que amoldarme siempre.
Una vez la oficina de mi esposo la cerraron, nos tuvimos que ir de Vieques, y yo me fui tranquila. O sea, mientras que estén mis hijos y yo tenga mis cosas, pues, yo me mudo. No hay problema. La cosa es que esté la familia junta.
PREGUNTA: Veo… y este… cuénteme un poquito de su relación con los Guadalupe, que sé que ustedes fueron vecinos por un tiempo…
CARMEN VALENCIA: Pues, fíjate, cuando todavía no había llegado la base allá a Camp García, la mamá y el papá de Ismael Guadalupe se mudaron al lado de mi casa, allá en El Destino. Cuando la mamá de Ismael supo que iba a haber una base allá arriba, ella dijo: “¿Qué?”. Empezaron a hablar que iba a haber un campo de aviación, o sea, el aeropuerto, pero eso está en el campo de aviación. Iba a haber un campo de aviación y ella dijo: “¿Qué? Yo me voy de aquí.” Se fue en el cuarenta y… pico. Pues, se fueron. Pero, ¿qué pasa?, que Ismael desde temprano empezó a batallar, porque después fue cuando la juventud empieza a darse cuenta que hay gente hostigando a las muchachas, pues ellos defienden a las muchachas.
Pues, Ismael vino a vivir a esta casa. -A esa casa que está al lado. A esa casa que está aquí al lado, aquí en Florida. Entonces… Ismael y yo estuvimos juntos en la escuela cuando éramos muchachos, yo lo conocí a Ismael. A Norma no la conocía porque ella era del campo, de Puerto Real. Entonces cuando nos mudamos aquí yo me vuelvo a encontrar con Ismael. Hago amistad con Norma también, ella tenía sus nenes chiquitos y yo mis nenes chiquitos también.
Pues, nada, ella me decía “Carmen, va a venir…” y me decía el nombre de las personas que iban a venir. Y yo ayudé a cocinar porque ellos vienen y están apoyando, vienen a dar conferencias, vienen a hacer piquetes y qué sé yo… “Ah, no te preocupes, yo te ayudo a cocinar”. Y así fue, yo la ayudaba en las cosas que había que hacer en las cosas cuando en esa época. Y pues, nos cuidábamos los nenes, cuando a Ismael lo metieron preso en el setenta y pico, nosotros estuvimos a cargo, como quien dice, de esa familita, porque no los podíamos dejar solos y estuvimos pendientes de ellos hasta que Ismael volvió. Y esa fue, pues, parte de nuestra aportación en esa época, la cocina y… si había que hacer cualquier piquete, pues, uno iba también y se asomaba, hasta después que entonces me… nos volvimos, cuando ya los hijos estaban grandes, y podíamos entonces salir y… entonces Norma podía salir y nosotros también, pues, ahí nos envolvimos de verdad.
PREGUNTA: Y este, el tiempo de la escuela, siendo maestra y demás, ¿cómo eran las relaciones con la Marina? ¿ellos se metían en la escuela? ¿trataban de comprar a los muchachos con ideas o algo así?
CARMEN VALENCIA: Fíjate, cuando yo tenía algunos diez, once años, para aquella época aquí se hacían como excursiones. En vez de hacer las excursiones que se hacen ahora a la isla, se daban excursiones que cogían a los muchachos en la plaza y los llevaban allá a la base, allá les daban churros y todo aquello, les enseñaban los helicópteros, allá les daban refrescos y qué sé yo. Y yo me imagino era una manera de querer ganarse a la gente, pero lo más malo que nos tocó a nosotros fue que tuvimos que lavar la ropa. En cada casa de Vieques para aquella época hubo un laundry. Tú veías un carteloncito que decía “Laundry”.
Este… da la casualidad, yo tengo unos hermanos mayores que yo, que ellos iban allá adentro a la base y conocían los soldados. Pues una vez, uno de esos soldados le preguntó a mi hermano que si la mamá de él no le podría arreglar una ropa, porque él tenía pase y necesitaba ropa limpia. Y mi hermano le preguntó a mi mamá y mi mamá le dijo que sí. Cuando los demás vieron la ropa tan bonita que llevaba él, iba de pase, le preguntaron que quién le arregló la ropa. Y cuando él le dijo que había sido una señora vecina, pues empezaron a preguntar si le podían arreglar la ropa a otros más y a otros más y a otros más. Entonces mami empezó delegándoles a las vecinas más cerquita, los paquetes de ropa para que los arreglaran y se ganaran los chavitos, porque ella no podía con todo.
Entonces después vino un señor que había estado en Estados Unidos y, pues, montó su negocio. Él buscaba los paquetes de ropa allá adentro en la base y se los dejaba a las mujeres, les cobraba un por ciento, y de eso vivió mucha gente por mucho tiempo en Vieques, hasta los hombres lavaban y planchaban.
PREGUNTA: Y eso, eso… ¿qué otro tipo de negocios había, así, en Vieques en la época de la Marina?
CARMEN VALENCIA: Pues, el primero fue el de las mujeres, fíjate, la prostitución a gran escala que había, después fue ese asunto de la ropa y, pues, nada, aquí en cada esquina, si tú vas al pueblo y te fijas bien, en cada esquina tú ves un negocio. Un cafetín. Todo el que tuvo dos o tres pesos montó un cafetín, en el pueblo y por los campos, por donde quiera. Pero, ¿qué pasa?, que después que se arrumaban, era a pelear que iban, se peleaban con los de aquí. Entonces, se emborrachaban, se metían en la plaza, y querían venir a tocar las muchachas. Aquí ya no se podía ir a la iglesia, no se podía ir a ningún sitio de noche, porque ellos venían a querer tocar las muchachas, fueran jóvenes, fueran nenas, fueran lo que fueran, ellos querían venir a estirar la mano a tocar a las muchachas. Y por eso se formaban peleas. Por esos abusos, por esas pocavergüenzas.
Llegó un momento en que pusieron el pueblo (no se entiende), como decían, que no les daban pase para que fueran al pueblo, pero entonces se fugaban y era que venían los problemas, entonces, en los campos. Entonces se fugaban y venían a los campos, donde quiera uno los encontraba. Y tú no podías salir a pie a ningún sitio porque donde quiera, parecía un montoncito de árboles y eran ellos, ñangotados en el piso esperando que uno pasara. Bueno, hubo que dejar de salir de la casa. Porque, la policía como que se envalentonó porque le dieron un cocotazo a un juez que había aquí, porque él los defendía. Había juicios y nunca salía nadie culpable. Aquí mataron a un señor que le decían Mapepe. Nunca se supo quién fue. Pues, tiraron la toalla. Pero llegó un momento en que unos marinos borrachos se treparon a la casa del juez, en el balcón, y le metieron un cocotazo. De ahí en adelante, se acabó la fiesta con los americanos.
PREGUNTA: Usted dice “se acabó la fiesta”. ¿El gobierno no los quiso apoyar más?
CARMEN VALENCIA: No… porque entonces, imagínate, esa era la máxima autoridad en aquella ocasión. Pues, ahí entonces pararon los abusos. Entonces la policía empezó a actuar y se paró un poco el abuso.
PREGUNTA: ¿Eso fue como para qué época?
CARMEN VALENCIA: Bueno, yo te estoy hablando, entre el 55, 60, por ahí.
PREGUNTA: ¿Ellos no volvieron a salir de la base?
CARMEN VALENCIA: Sí, salían. Siempre salían porque ellos nunca se quedaron metidos allí adentro, pero no en gran escala como lo hacían antes. Porque hubo años que, mira, esas maniobras de 80.000 soldados por ahí, que era, de verdad era un abuso. Porque si ahora se dice que Vieques no tiene infraestructura para un turismo a gran escala, imagínate (no se entiende).
PREGUNTA: Eh… cuénteme un poquito de la cuestión de… supuestamente, me comentó de una candidata a alcalde hubo aquí que… que tenía, que les agradecía mucho a los norteamericanos la ayuda que ellos enviaban a Vieques.
CARMEN VALENCIA: Ella dijo una vez dentro de su campaña que gracias a la Marina, fíjate, nos podíamos sentir contentos porque no nos moríamos de hambre porque nos daban la comida de puerco. Y yo dije: “Si ella comió comida de puerco, allá ella. Yo no como comida de puerco”. Porque si mamá tenía que fregar, que lavar, lo que fuera, para ganarse unos chavitos, mire, ella lo hacía. Pero sí había gente que sí iba. Pero no es una cosa para sentirte orgulloso ni darle las gracias a nadie.
Aquí había muchachos, los muchachos que se iban, yo te dije que buscaras quien te cuente del hoyo. En ese hoyo, ellos en vez de coger… si la comida estaba buena, ¿por qué no la repartían buena? Pero, mira, la tiraban al hoyo e iban los muchachos que veían lo que había. Había hot dogs, había hamburgers, había manzanas, pedazos de carne enteros. Y había una necesidad tan grande… mira, que había muchachos que iban y lo sacaban, lo lavaban, mire, y se llevaban a las casas y se los comían. Pero tú no te puedes sentir orgulloso de eso ni darle las gracias a nadie que haga eso contigo. No.
PREGUNTA: Usted entiende que eso era un abuso…
CARMEN VALENCIA: Yo creo que sí. Abuso y de los grandes.
PREGUNTA: ¿Qué otro tipo de abuso se cometió aquí? Si alguno se le ha quedado…
CARMEN VALENCIA: Aquí, de todo, porque a nosotros no nos permiten salir de Vieques. Aquí nunca ha habido un itinerario de lanchas para que tú puedas ir y venir. Aquí se controló la natalidad de las mujeres. Aquí no se podía nacer en Vieques. Las mujeres no podían parir en Vieques. Hasta ahora, el año pasado, hace poquito más de un año que se empezó a nacer en Vieques de nuevo. Porque según escritos de la Marina, en un sitio donde haya más de 10.000 habitantes ellos no pueden estar bombardeando. Y para que aquí la población no pudiera subir, pues, mira, controlaban. Primero empezaron con un programa de control de la natalidad. Aquí esterilizaban a las mujeres de gratis en cualquier clínica que quisieran en la isla. Estaban los programas de pastillas anticonceptivas y los métodos anticonceptivos que fueran, completamente gratis. Digo, para controlar. Y entonces, pues, como no daba resultado, parece, empezaron a no dejar que las mujeres parieran aquí, porque entonces si no nacen aquí, no se registran aquí y no figuran como de Vieques. Figuraban como de Fajardo porque nacían allá y se registraban en Fajardo. Porque antes de sacar el bebé del hospital de Fajardo tenías que ir a registrarlo. ¿Y dónde se registraba? Pues, en Fajardo. No era de aquí. O sea, a la hora de tú morirte tú te das cuenta, que si naciste en Fajardo, ¿qué dicen? “Natural de Fajardo”. Aunque diga que resides en Vieques, pero natural de Fajardo, y hasta cierto momento pues tú no figuras en ningún sitio más que en el registro. Porque hasta que tú no llegabas a la escuela, ¿dónde tú apareces más? Nacido en Fajardo.
PREGUNTA: Le quería preguntar también sobre la cuestión del trabajo de la Alianza hoy día, ¿cómo ha habido quizás unos cambios en la actitud de las mujeres, si usted está desde el principio? Cuénteme un poquito de…
CARMEN VALENCIA: Yo estoy desde el principio en la Alianza y la Alianza, al revés de como decía uno de estos moderadores de estos que están ahí en un programa de por la tarde, decía que con la salida de la Marina todos los grupos de Vieques se iban a disolver… La Alianza no se disolvió, yo creo que mejor se puede decir que creció y se amplió. Porque dejamos el sitio ya de la Marina, aunque hemos ido a otros sitios a divulgar, ¿verdad?, lo que pasa en Vieques y lo que necesitamos en Vieques y demás, pero hemos estado trayendo unos programas para las mujeres, pacientes de cáncer, que aquí no había ese programa de madrinas de, de… de las mujeres que dan apoyo, los grupos de apoyo, aquí no había grupos de apoyo para los pacientes de cáncer, y había muchas mujeres que nosotros no sabíamos que estaban padeciendo de cáncer. Y a través del programa, pues, con dinero que se consiguieron de una fundación, pues, se estableció un programa donde se les enseñó a las mujeres a preparar alimentos, a cómo vestirse, a cómo arreglarse, a cómo hacer unos ejercicios de yoga y otras cosas.
Y después al otro año, como cuando se rindió el informe, la fundación vio lo bien que se había hecho ese proyecto, pues, nos ofrecieron más, para que hiciéramos otro programa más de ayuda para las mujeres pacientes de cáncer. También se estableció otro programa de promotoras de salud, donde nos adentramos unas cuantas de nosotras a chequear las mujeres la presión arterial, el azúcar y programitas así. Entonces también se empezaron a hacer programas con las nenas desde los 10 años porque si ese es el futuro, pues, hay que trabajar con ellas desde ahora. Y se les ha estado trayendo talleres y cosas para que ellas empiecen, pues, subiendo su autoestima y todas esas cosas.
PREGUNTA: ¿Por qué no se sabía que algunas de las mujeres padecían cáncer?
CARMEN VALENCIA: Porque las mujeres muchas veces no les dicen a las demás que lo tienen. Hay una cosa de callarse, de no decirlo, no sé si para que no le cojan pena o si es porque se abochornan o se sienten mal, porque no debe ser fácil. Pero si tú conoces a una persona como Norma Torres, mira a Norma Torres le diagnosticaron cáncer, y cuando yo pude ir a verla, porque primero yo no quería ir a verla, porque no quería verla como estaba así sin pelo y padeciendo como estaba… Pues yo le pregunté a Norma: “¿Tú estás escribiendo lo que te está pasando?” Y me dice: “Sí, estoy escribiendo, ya tengo como a manera de un poema de todo, todo, todo lo que yo empecé desde que me diagnosticaron…”. Porque lo que Norma pudo escribir y lo que todavía sigue escribiendo les puede servir de ayuda a muchas mujeres. Porque al ver lo que ella escribe de su padecimiento, pues, pueden salir afuera y decir: “Mira, yo también tengo esto, así que ayúdenme para que yo también me pueda recuperar como Norma se ha podido recuperar”.
PREGUNTA: Y Norma es tu amiga…
CARMEN VALENCIA: Sí, Norma es mi hermana.
PREGUNTA: ¿Es una situación difícil encontrarse con que amistades, familiares y demás estén padeciendo cáncer?
CARMEN VALENCIA: Sí, ahora mismo hubo una muchacha que murió hace como dos semanas, que ella era una de las enfermeras escolares aquí. A ella le diagnosticaron cáncer y se lo calló. No le dijo nada a nadie y no fue hasta que se vio deteriorándose de una manera bien, bien grande, que todo el mundo empezó a decirle: “Mira, ¿contigo pasa algo, porque si tú no estás haciendo nada para rebajar por qué estás así?”, y qué sé yo. Pues, mira, cuando por fin pudo ir, se le convenció para que fuera a hacerse tratamiento, pues, mira, ya no había remedio, no fue mucho lo que se pudo hacer, pero estuvimos con ella ahí buscándole ayuda, buscándole cosas por lo menos, a ver si podíamos aliviar en esos últimos momentos. Yo misma gestioné con una doctora, una cirujana oncóloga, porque ella quería a lo último ir donde esa doctora, a San Juan. Y nos pusimos a pensar: “Si nos ponemos a moverla, le pasa algo, después nos echan la culpa”… y no sería bueno cargar con eso en la conciencia de uno. Pues, yo mandé aviso a la doctora, a ver si podía venir a Vieques y ella vino.
Porque aquí se están dando unas clínicas de médicos especialistas, porque en Vieques no hay médicos especialistas, y junto con esos médicos esta mujer había venido, esta cirujana oncóloga. Mira, y se le mandó a preguntar si ella podía venir a hacer un acto de caridad y me mandó a decir que sí, que iba a venir. Pues, mira, vino un sábado y en la madrugada del domingo la muchacha murió, pero murió, pues, contenta porque se le hicieron unas gestiones y, pues, aunque no la podíamos salvar, pero por lo menos le dimos la satisfacción de que vio a esa mujer que la vino a auxiliar en sus últimos momentos.
PREGUNTA: En términos de las mujeres médicas, ¿ha habido solidaridad con las mujeres de Vieques y mujeres de Puerto Rico? ¿ha habido solidaridad, cómo ha sido…?
CARMEN VALENCIA: Se ha mantenido una solidaridad a nivel mundial. No solamente de las mujeres, porque cuanta organización de mujeres hay en la isla, en Estados Unidos, en otros países, todo el mundo ha estado y los hombres también. Todo el mundo. No nos podemos quejar. Hemos tenido muchos padrinos, muchas madrinas, y todavía siguen con nosotros, en diferentes aspectos ahora, porque seguimos buscando la ayuda de ellas.
PREGUNTA: Doña Carmen, aspectos, digamos… sé que ha habido muchos aspectos de lucha del pueblo viequense, pero también me comentaba del espíritu, digamos, de la lucha de pequeñas batallas por la felicidad, por el humor, cuénteme un poquito de eso…
CARMEN VALENCIA: Aquí, pues, fíjate… aquí siempre ha sido la gente bien alegre. Mi papá me contaba que cuando él era muchacho, pues, el dueño de las centrales de Playa Grande los mandó a él y a sus hermanos a Humacao a aprender música para que ellos se convirtieran en los “músicos de don Pepe”, como decía, eran los músicos de la central. Y mi papá y sus hermanos eran un trío de hermanos que tocaban en esa época allá abajo cuando Vieques era Vieques. Y todo el mundo de los viejos de Vieques conocían de la música de los Valencia, como decían.
Y nada, aquí en los setenta, por ahí, apareció un muchacho que vivió un tiempo en Santa Cruz, ese muchacho trajo la idea de las bandas de drones. Y aquí se dio una de bandas de drones…
PREGUNTA: ¿Ese era Wil… Wilfredo?
CARMEN VALENCIA: No, fue un muchacho que se llamó Johnny Meléndez. Él vivió un tiempo en Santa Cruz y cuando vino trajo la idea de las bandas de drones y les enseñó a los muchachos a tocar dron. Les enseñó a hacerlo, y aquí se formaron, bueno hubo una vez unas patronales con un concurso de bandas de drones. Y mi hermano era uno de los que tenían una banda de drones. Y esa banda de drones, mi hermano, él la llevaba precisamente a la base (no se entiende), la llevaba los fines de semana. Estuvo mucho tiempo yendo todos los fines de semana a tocar allá. Y en una ocasión se fue a Nueva York y allí se puso en comunicación con la gente del club de Vieques que había allá y volvió y se juntó con uno de los muchachos de Vieques y montaron una banda de drones allá y allá tocaban con ellos. En el club de Vieques. Y aquí siempre ha habido patronales, patronales que se llenaban de gente de la isla, que eso era… que aquí no había… Tú ves que ahora viene mucha gente, pero cuando las patronales de Vieques de verdad eran patronales, aquí no se podía caminar de la mucha gente que venía.
Se bailaba en la plaza, se bailaba en el muelle y se bailaba en el Boca Chica, que ya no hay un sitio bueno de baile en el pueblo, porque lo único que hay que se pueden celebrar ciertas actividades en usos múltiples, pero en los tiempos de que… de que yo tendría doce, trece años, por ahí, estaba el Boca Chica, estaba el Tropical, estaba el Ocean View, el Rancho Grande, y se podía bailar. Entonces los papás llevaban a las muchachas a bailar. No es como ahora que las muchachas andan solas, sino que iban con los papás y bailaban un rato y después se iban.
PREGUNTA: Para la mujer viequense hoy, ¿cuáles son los retos, quizás, que usted ve que les esperan a las nuevas generaciones?
CARMEN VALENCIA: Sigue siendo lo mismo, porque hasta que no se establezca un centro de estudios completo, que los estudiantes digan: “Mira, me voy aquí, me cojo un curso de lo que sea, cojo mi bachillerato, lo que sea”, siempre hay que pensar que hay que mudarse a isla grande. Porque todavía no tenemos… Entonces, pues, los trabajos, que no hay los trabajos que la gente quiere. La gente se prepara en unas condiciones que aquí no las hay, y siempre fue… tenemos que perder parte de nuestra familia.
Somos agraciados, bien afortunados los que tenemos los hijos completos en Vieques, porque la mayoría de los profesionales de Vieques están en la isla grande y Estados Unidos, y hasta en Santa Cruz, que se nos van.
PREGUNTA: Quería también preguntarle cuál su sueño para Vieques…
CARMEN VALENCIA: Bueno, además de la paz porque la paz es… ¿verdad?... que tú puedas acostarte de noche y no tengas que estar escuchando el racatá de las ametralladoras, ni el bombazo… una bomba, de las bombas que tiran allá, que de verdad Vieques se fuera a desarrollar, que nuestra juventud no se pierda. Que la juventud, pues, pueda reaccionar y diga: “Tengo que estudiar, me tengo que preparar” y pudiera soñar. Porque hoy día tú ves como que la juventud no tiene, no tiene sueños, no se retan ellos mismos a aspirar por un poquito más. Y eso, pues, hay que buscar la manera de inculcárselos a los muchachos, que aspiren a lo más alto. Porque ya que nosotros pudimos llegar a un nivel, mire, que ellos puedan aspirar a más porque hoy en día hay más, más oportunidades, que depende de que ellos quieran llegar.
Hay que pensar que mañana esas son las juventudes que van a tener el pueblo en sus manos, y si no se preparan, ¿qué clase de gobernantes o qué clase de gente va a estar a cargo de Vieques? Y no solamente de Vieques, esto es donde quiera. Que como que no… no tienen muchas aspiraciones a superarse.
PREGUNTA: Bueno… Doña Carmen, Vieques, se ha comentado que, entre otras cosas, hay muchos Vieques, o muchas, digamos, organizaciones, muchos grupos, de más… En ocasiones eso ha sido, eh… muy bueno, ¿no?, porque hay diversas estrategias de lucha… ¿qué ventajas y desventajas usted ha visto en las muchas organizaciones de Vieques?
CARMEN VALENCIA: Pues, que hay gente de organizaciones que tiene agendas propias. No las que tiene la generalidad del pueblo, sino que ellos mismos tienen sus agendas propias. Hay veces que tú ves gente, tú los oyes hablando y dices: “Estos son de los que no quisieran que esto se acabara, porque si no, no tuvieran nada más que hacer”. Entonces uno se pregunta: “Caramba, y los demás que estamos locos por que esto se acabe, para entonces uno poder estar tranquilo de verdad y poder echar la mente a hacer otras cosas, dedicarse a otras cosas…”. Pero tú te encuentras con gente así, como que quisieran que esto siguiera y siempre hubiera un problema o algo, que no se solucionaran bien los problemas, sino que siguieran el enredo de problemas y el enredo de cosas que no se solucionan. Y, mire, tiene que haber un final, tiene que haber una brecha para que uno pueda, ¿verdad?, descansar y decir, pues, “ya Vieques se está encaminando”.
PREGUNTA: ¿Y ese camino que falta por hacer…?
CARMEN VALENCIA: Lo mismo puede ser bien largo como que puede ser más o menos mediano, pero nadie dijo que era hasta mañana, nadie dijo que era ligerito, sino que con calma, bien pensado, porque tampoco puede ser a lo loco, pero tenemos que llegar. Porque si no, pues, ¿de qué valió? Y queremos que todo lo que hemos hecho, pues, valga la pena. Que no solamente sea sacar la Marina, sino que podamos ver un día que Vieques de verdad se desarrolle y que podamos, pues, decir: “Este sí que es Vieques”.
PREGUNTA: Le iba a preguntar también sobre el rompeolas, ¿hacia dónde dirige el rompeolas?
CARMEN VALENCIA: A ningún sitio, porque si le decían a la gente era que esa era una carretera que iba a llegar a la isla grande… si te pones a mirar, no va a ningún sitio. A lo que sigue es hasta mar, hasta mar, hasta mar… no tiene ni una curva que diga… porque ese muelle que hay ahora que sigue hasta Ceiba, ese lo hicieron años después, no fue cuando la Marina estaba haciendo el rompeolas. O sea que eso a la isla grande no iba a llegar. Eso era mentira y lo que se destruía era la agricultura en Vieques. Cuando vinieron a darse cuenta, pues, mira, ya no había carne, ya no había nada, así que… y no había más trabajo tampoco.
PREGUNTA: ¿Cómo fue ese proceso, así, un poquito, que usted me comentó?
CARMEN VALENCIA: Pues, imagínate, de eso yo te hablo por lo que me contaron, porque como te dije, yo nací después. Yo no nací antes de las expropiaciones. Pero mi papá era el que contaba, porque les ofrecían que, como aquí no había luz, en esos barrios de allá abajo no había luz, en el oeste, no había luz. Pues, les ofrecían agua fría, digo en (no se entiende). Ellos tenían agua fría. En vez de los 50 centavos que ganaban en la carne a diario les ofrecían 3 dólares diarios. Pues, mira, les preguntaban: “¿Quieren carne, quieren agricultura o quieren la Marina?”. Pues, mira, la gente pensando que eso les iba a durar siempre, pues, la gente quería la Marina. Pero era por eso, porque los engañaron ofreciéndoles trabajo. Y eran trabajitos como los que les pueden surgir en Vieques, un año o dos, y después larailará. Siempre ha sido así, un año o dos y se acabó.
PREGUNTA: ¿Qué tipos de trabajos resultaban así?
CARMEN VALENCIA: Cuando aquello era construcción, ese mismo rompeolas. Aquí hicieron unas, como unas casonas grandes de madera donde vinieron a vivir los que mandaban de la base. Y hasta mi mamá en una ocasión trabajó en una casa de esas con los marinos que estaban, cocinándoles, qué sé yo, a la gente… era un tal Carusso, decía ella, eso era cuando yo era chiquitita. Que estaba esa gente y alguien le vino a avisar que estaban buscando una persona que les cocinara y mi mamá fue a trabajar ahí. Hicieron esas casonas de madera y ahí tuvieron trabajo. Y aquí se hicieron muchísimas cosas cuando construyeron ese aeropuerto que hay en El Destino. Eso lo hicieron la gente de aquí, pero tú sabes, son cositas, son una vista de un año, dos años, y se acabó. Y la gente, pues, pensaba que eso iba a ser para siempre, y mire, nada es para siempre. Y no se los decían. Pues, con eso nos engañaron. Si tú no tienes trabajo y aparece eso, pues, tú dices eso es un dineral. En aquella época, sí, era un dineral, pero ¿cuánto les duró? Nada.
PREGUNTA: Ahora con la situación que hay de Fish and Wildlife, ¿usted qué piensa?
CARMEN VALENCIA: Bueno, si vamos a hablar del asuntito que pasó en estas noches, que por 15 minutos que unos se pasaron de salirse de la hora que tienen que salir de ahí adentro, hubo una persona que hasta al piso lo tiraron, le amarraron las manos atrás, lo detuvieron hasta las 11 de la noche preso en las oficinas de Fish and Wildlife… estamos hasta peor. Porque una entiende que sí, debe haber una persona que esté a cargo de que la gente no se meta donde hay bombas vivas y todas esas cosas, pero no atropellarlos de esa manera. Porque si es así que se va a tratar al turista o al extranjero que esté en Vieques, pues, mira, esa no es la forma. Porque van a tratar a los turistas así, pero también nos van a tratar a nosotros igual.
Antes en esas tierras se podía hasta acampar. Había gente que en Semana Santa se iban y estaban la semana entera. Ahora, es de 6 a 6. Si no sales ligero, mira, te atropellan. Y ya empezaron, y son hasta gente de aquí mismo de Vieques, que ahora se pusieron un uniforme, se pusieron una pistola en la cintura, mira, y se creen dueños del mundo. Está peor que la Marina. Entonces, algo hay que hacer con eso.
PREGUNTA: ¿Usted cree que esa conducta la aprendieron de la Marina?
CARMEN VALENCIA: No, esos no eran marinos. Estos no son marinos. Estos están adoctrinados por gente como… bueno, los superiores de esa rama del gobierno federal, que los aleccionan así, como si nosotros fuéramos sus enemigos. Y nosotros no somos enemigos de nadie. Sí de los abusos, pero eso no es ser enemigo de nadie. Así que, van a tener que modificar su conducta porque esa no es la forma.
PREGUNTA: Y con respecto a la contaminación y demás…
CARMEN VALENCIA: Bueno, aquí se hicieron unas pruebas a la gente en sus casas, y estamos esperando los resultados, unos resultados que cuando yo pregunté, porque dijeron que según que fueron a tomar esas muestras a las casas, así mismo iban a enviar esos resultados a sus casas, porque era confidencial y demás, yo le dije: “No”, al muchacho que estaba a cargo, yo le dije: “No, eso no puede ser así. Estas muestras, cuando lleguen estos resultados, tienen que venir con una explicación y con unas recomendaciones. Porque sabemos que va a venir la gente, los resultados, con unas altas concentraciones de cuanto contaminante hay allá arriba, pero tú no le puedes dar unos resultados de esos a una persona, que lo malinterprete o que se asuste demasiado y hasta se quite la vida porque dice ‘yo me voy a morir…’” FIN.-