… Cuénteme de su niñez de…
SONIA VENTURA:
Bueno, en mi infancia, pues, yo me crie odiando a Santa Claus y a los tres reyes magos. ¿Por qué? Porque nunca llegaba a mi casa. Y los otros niños que tenían un poquito, que los papás tenían un poquito más de recursos, pues, llegaban, pasaban por la casa con los juguetes, pero quien les pedía prestado un juguete no lo prestaban porque estaban tan entusiasmados con su, con su juguete. Entonces, pues, a nosotros nunca nos traían nada, entonces yo le pregunté a mi mamá que por qué a nosotros, que por qué Santa Claus nunca llegaba a la casa de nosotros, ni los tres reyes magos. Mi mamá decía: “Mira, los reyes magos no vienen aquí, ¿sabes por qué? Porque los camellos no pueden subir ese pedregal para acá porque se les rompen las patas. Y entonces se quedan allí abajo y entonces los de acá, ellos van y esperan allá abajo, pero como nosotros no sabemos cuando es que vienen”… “Pero, mamita, si nosotros les ponemos unos pastos”… “Pero es que no pueden llegar acá”… “¿Y Santa Claus, qué pasa con Santa Claus?... “Nosotros no tenemos chimenea”… “Pero aquí hay casas que no tienen chimenea y viene ahí”. Y dice: “Mira, lo que pasa es que a él, viene con la bolsa de los juguetes y se le acaban los juguetes allá abajo y no llega acá arriba”.
Entonces nosotros empezábamos a llorar y mi mamá nos abrazaba y decía: “Mira, ustedes no tienen los juguetes, pero tienen lo que es más, tienen el amor y el cariño de su mamá que los ama y los adora. Muchos de ellos no tienen el amor, el cariño y el afecto que nosotros sentimos por ustedes. Eso vale más. Ahora ustedes no lo entienden, pero en el futuro sí lo van a entender”, ¿entiendes?
PREGUNTA:
Y esa… ¿por qué no había juguetes?
SONIA VENTURA:
No había juguetes porque eran demasiado pobres y como Santa Claus eran los papás, pues, mis papás no podían comprar juguetes.
PREGUNTA:
Veo… y usted se crio en el barrio Santa María…
SONIA VENTURA:
En Santa María yo me crie. Yo nací en el barrio Santa María y me crie en el barrio Santa María…
PREGUNTA:
Y, Ana, le quería preguntar también, ¿otros niños pasaban por esa misma situación o cómo era esa situación?
SONIA VENTURA:
Eran muchos que pasaban por esa situación, eran muchos, no éramos nosotros nada más. Mi familia era grandísima y yo veía que a los que vivían más abajito de casa que eran de la familia tampoco les traían, les traían juguetes. Y entonces, después que mi mamá iba a la alcaldía, porque en la alcaldía daban juguetes en aquel entonces, pero te daban unas cositas bien pequeñas, pero nosotros nos conformaríamos con lo que nos trajeran. Para nosotros era algo con qué jugar. Pero lo que pasa es que mi mamá se ponía en una línea y después que estaba en la línea: “Se acabaron los juguetes, se acabaron”. Mi mamá nunca podía traer nada. Mi mamá madrugaba para ponerse en esa fila, para conseguirnos, para traernos algo, y después que estaba en esa fila, la fila era tan larga, que después le decían que los juguetes se habían acabado. Entonces venía mi mamá triste, acongojada, con las lágrimas en los ojos, con las manos vacías, porque nosotros estábamos pendientes a que ella llegara, sabiendo que ella había salido a buscar juguetes a la alcaldía.
PREGUNTA:
Veo, y le quería preguntar, ¿la Marina alguna vez hizo gestos para acercarse a la niñez y traer juguetes o…?
SONIA VENTURA:
Mire, la Marina no se hacía, la Marina no hacía nada, la Marina lo que hacía era, bueno, que se ponían a bombardear allá, y la casita de nosotros, la casa era de cinc y de madera, a cada rato caía al piso, y mi mamá tenía que buscar… mi mamá hizo una escalera de palo, una escalera con palos, para treparse a la casita a clavar los cinc y a volver a parar la casita. Ella sola porque mi papá se había ido a Santa Cruz a trabajar para ayudarnos y nunca mandó una peseta. Entonces mi mamá era la mamá y el papá de nosotros para cuatro hijos, para cuatro hijos, sola.
PREGUNTA:
Así que… en ese sentido era una situación bien difícil para la familia, muchos hombres salían a Santa Cruz a trabajar, y la Marina no apoyaba…
SONIA VENTURA:
No te apoyaba, la Marina ayudaba a construir con el derrumbe de la casa de nosotros. Entonces, como le digo, que allí adentro murieron un montón de gente. Entonces, mi hermanito mayor se montaba en una yegua, un caballo, y se iba a recoger las raciones que ellos botaban o enterraban por allá. Y nosotros no nos fijábamos en la fecha de expiración ni nada de esas cosas. Nosotros lo que teníamos era hambre y teníamos que comer. Y el traía eso y para nosotros era la gloria, era la gloria, ese día había comida, ¿entiende?, cuando el venía con su carga de raciones.
PREGUNTA:
Otra preguntita que le quería hacer es: cuénteme un poquito de la historia de usted en la diáspora organizando comunidades y demás y…
SONIA VENTURA:
¿Afuera, en Massachusetts? Bueno, en Massachusetts, cuando yo llegué a una mayoría de edad, mi mamá era misionera, entonces mi mamá iba a darles servicios a los presos. Y entonces, mi mamá me llevaba con ella, entonces mi mamá les daba servicios a los presos, hacía actividades para los presos, para los confinados. Entonces mi mamá llevaba música, llevaba un grupo de damas para hacer fiestas allá, para que los presos pudieran bailar…
-¿Y era en Puerto Rico?
No, en Massachusetts. Era allá en Massachusetts. Entonces para que los presos pudieran bailar…
-Permítame, voy a cerrar la puerta un poquito porque estoy oyendo el sonido, disculpe. Ajá, entonces su mamá estaba…
Mi mamá era una misionera, mi mamá era una misionera de la iglesia. Entonces yo seguí los pasos de mi mamá y mi mamá siempre me decía: “Mira, Sonia, si tú miras alrededor tuyo, nosotros somos pobres y tú por las que nosotros pasamos en Puerto Rico, pasamos por muchas y no hubo nadie, nadie, que nos tendiera una mano. Entonces aquí, que Dios nos ha fortalecido, nos ha dado un poquito más, porque yo tengo dos trabajos para mantenerlos a ustedes, yo soy su mamá y soy su papá, pero mira lo que yo hago en mi tiempo libre, ayudando a… ayudando al necesitado. Hay gente que están peores que nosotros. Si en el tiempo que ustedes se criaron yo hubiese tenido las ayudas que hay ahora, como personas como yo, que pudieran extenderle la mano a las personas necesitadas, nosotros nunca nos hubiésemos tenido que ir de Puerto Rico, nunca hubiésemos salido de Vieques, estuviéramos ahí. Pero si yo no me voy de Vieques, ustedes se hubiesen muerto de hambre. Ustedes nacieron bajo una guerra, porque yo nací bajo una guerra mundial, nací en el 42 y la guerra empezó yo creo que fue en el 41, y aun así, bajo una guerra mundial. Todos mis hermanos enfermos, que se les metían las moscas en la boca, bueno, era una catástrofe”.
Entonces mi mamá cuando ya pudo, cuando ella trabajó aquí se empleaba en casas de personas que le pagaban, cocinera, lavaba, planchaba, limpiaba casas y a lo último también trabajaba en comedores escolares, pero los comedores escolares, eso no le daba para hacer una casita decente. Pues, ella se fue allá a trabajar para venir acá a hacer una casita para nosotros, pero lamentablemente, como se fue y trabajó tan duro, se me enfermó del corazón y mi mamá murió. Y con todo y eso ya venía a Vieques, estuvo en Vieques, trabajó en los pollos. Ella después se enfermó y volvió otra vez para Massachusetts, de nuevo otra vez para acá y hasta que murió en Massachusetts y la trajeron acá y la enterraron acá en Vieques. El día que mi mamá murió, el alcalde, que se llamaba don Toño, eso fue… cerraron las escuelas, cerraron las escuelas públicas y todos esos nenes con sus uniformes y las coronitas que les hicieron los maestros para seguir el entierro de mi mamá, este… y un speech tan bonito que dio el alcalde de mi mamá. Ese fue un entierro que había una multitud grandísima, como que se cerraron hasta las escuelas para que ellos pudieran asistir. Los alumnos, como los mandaban al comedor escolar, para que pudieran asistir los estudiantes al sepelio de mi mamá. Fue algo precioso.
PREGUNTA:
Qué bien. Así que usted siguió los pasos de su mamá y empezó a organizar gente y comunidades…
SONIA VENTURA:
Mi mamá me dijo: “Mira, nosotros estamos bien, por el momento”, me dijo, “si tú miras atrás tú vas a ver personas que están peores que nosotros. Sonia, aprende de mi ejemplo y de lo que tú has pasado. Aprende, ayúdalo, a darle la mano al caído, ayudarlo a levantarse, sin mirar, no mires sectas religiosas, no mires partidos políticos, siempre y cuando ayuda al necesitado. A ti no te importa de qué país vengan ni de dónde sean, ni de qué religión sean, ni de qué partido político sean, tú lo que vas a ver es la necesidad”. Y eso es lo que yo hago. En la organización lo que se ve es la necesidad. A nosotros no nos importa que tú seas del partido del mar de oliva, del partido del río verde, no importa de qué seas. Tú tienes una necesidad, esa necesidad, mi organización, COREFI, siempre y cuando esté a nuestro alcance, se le ayuda a esa persona en lo que se pueda.
PREGUNTA:
Y cuénteme un poquito de los servicios y el enfoque que tiene la organización.
SONIA VENTURA:
Bueno, mi organización nació el 17 de febrero del 2008. Ahí donde nos empezamos a organizar. Entonces, pues, la organización mía está haciendo la labor, nació, o sea… haciendo la labor, haciendo la labor, pero nació con el concepto de ayudar a mejorar la calidad de vida a las personas bajo nivel de pobreza. Entonces, pues, nosotros nos dedicamos más a la tercera edad porque son los más necesitados que están, los que son más abandonados, los que… donde nadie llega. Porque los que están encamados, los ciegos, los paralíticos, los de distrofia muscular, ahí no llega nadie. Porque ahí nadie se dedica a llegar donde ellos. Aquí la única organización humanitaria que hay en Vieques es la mía. Y cuando yo llegué aquí no tenía intención ninguna de tener una organización porque ya yo llevaba 40 años batallando ahí afuera. Y bastante duro que es, cuesta arriba. Y eso que allá los políticos ayudaban. Los políticos a mí me ayudaban. Pero aquí no había ayuda de ninguna clase.
Entonces, pues, acá tenía que hacer de tripas corazones. Cuando yo vine a hacer mi casa aquí, yo estaba gastando el dinero de mi casa, el dinero que yo tenía para mi casa, gastándolo en un, en un jeepito que yo tenía en gasolina… bueno, este… el jeepito era el carrito del gas, porque se pasaba 24-7, como quien dice, en la calle. A veces yo me iba a acostar y llegaba la policía: “Doña Sonia, que tiene un paciente en el hospital que no tiene escolta para que vaya y lo escolte”. Y yo me tenía que tirar a San Pablo a dormir afuera donde están las ambulancias en unos banquitos que hay de cemento, que son más duros, esperando que le dieran, que le sacaran toditos los análisis, los rayos x, que le hicieran, bueno, que le dieran un diagnóstico y me dijeran si el paciente se iba a quedar o no. Cuando venían a decirme si se iba a quedar, era ya a las 3 de la mañana, que ahí ya no había lancha, no había avión, no había nada y obligatoriamente me tenía que quedar sentada afuera, esperando que llegara la luz del día para yo poder ir a coger la lancha a Fajardo.