Miren, quería preguntarles, háblenme un poquito del libro, y por qué sacaron el libro, cuál es la…
CARLOS ZENÓN:
Ese libro nos cogió tres años, porque queríamos hacerlo bien documentado y, y nos cogió tres años. Lo más increíble es… eso encabeza el libro… aquí llega en el setenta y… ocho, un señor que quizás ustedes lo hayan oído mencionar, este… llega don Juan Antonio Corretjer, que era escritor, poeta. Él nunca había venido a Vieques. Y viene en especial un día en una guagua pública y la guagua pública, para aquel tiempo ya yo me estaba cuidando, porque yo una vez en una reunión que yo tuve con Fidel, que también está ahí… este, Fidel me dijo: “Zenón, tú tienes que cuidarte, a ti te van a matar, la Marina te va a mandar a matar”…. Y…
Aleida, coge el teléfono, coge el teléfono…
Entonces, llegó en una guagua pública… y oigo cuando él le dice al chofer público: “¿Aquí vive Zenón?”. Y el hombre le dice: “Sí, aquí vive Zenón”. Las ventanas estaban cerradas. Y él: “¿Pero de verdad aquí vive Zenón?”, le preguntó por segunda vez. Y el chofer público: “Sí, aquí vive Zenón”. Y yo estoy asomándome por la ventana, en aquel tiempo yo tenía mucha precaución que no pasara nada, porque esta se iba a trabajar y yo me quedaba aquí. Y entonces abrí la puerta y le pregunté: “¿En qué le puedo ayudar?”… “¿Usted es Zenón?”… “Sí, yo soy Zenón”. Que nosotros vivimos en Ciales y queremos hablar con usted. Él con doña… Consuelo, la esposa. Y entraron, ahí se sentaron, era otro sofá, pero se sentaron ahí. Y él me dice: “Mira, Zenón, lo que pasa es que yo vengo desde Ciales…”. Fíjate, estamos hablando del setenta y o… setenta y nueve, perdón, setenta y nueve todavía. La lucha estaba casi comenzando. Porque la lucha organizada empezó febrero 6 del 78. En el 79 ya él llega aquí. Y me dice: “Nosotros vinimos, Zenón, porque… tú tienes que empezar a escribir lo que está pasando con la Marina, esta historia”… y me dice… ah, yo le digo: “Pero, mire, don Juan, si yo no sé escribir”. Y él dijo: “Carajo, Zenón, tienes que escribir”. Doña Consuelo le dice: “Juan, le estás faltando el respeto a Zenón en la sala de su casa”. Y él le dice: “Consuelo, ¿cuántas veces te voy a decir que la palabra “carajo” no es mala? Los malos somos nosotros que la malinterpretamos”. Él después me explicó cómo era la palabra “carajo”, que es cierto, la palabra “carajo” no es mala nada. Este… y entonces, pues, insistió: “Tienes que escribir”.